luang prabang

A la maniana siguiente de un dia tan maravilloso que ni siquiera la lluvia monzonica que cayo sobre nuetros cuerpos pudo conseguir enturbiar la felicidad, paz y placer que nos dejo esa gente tan encantadora que fuimos encontrando por el camino repitiendo siempre la misma palabra: SABADI (hola) .
Cogimos un bus para recorrer los aproximadamente 240 kms que separan Viang Vieng de Luang Prabang. Tardamos unas ocho horas que no se hicieron excesivamente pesadas por el expectacular paisaje que fuimos viendo por el camino. El color verde de los campos de arroz y de las montanias selvatica es lo que predodomino durante las ocho horas.
La llegada a Luang Prabang al atardecer, nos ofrecio el espectaculo del caudoloso y crecido Rio Mekong que arrastraba todo tipo de maleza, quedando grabada en nuestra retina su imponente belleza.
Llevamos cuatro dias en Luang Prabang y el color que predomina por sus calles es el naranja, color del habito de los monjes y novicios que deambulan por sus calles y sus monasterios donde hacen su vida, rezando, estudiando y jugando como cualquier otro chaval del mundo, intentando entablar conversacion con los numerosos turistas que visitan cada uno de los monasterios de esta ciudad, algunos de ellos espectaculares; por eso Luang Prabang es ciudad patrimonio de la humanidad.
La visita de una cueva con numeros budas, centro de peregrinacion de la gente del lugar, nos ha proporcionado el placer de navegar por el rio Mekong, aguas rojizas y caudalosas, rio vivo, madre de la vida en sus orillas. Tambien hemos tenido la oportunidad de contemplar una salto de agua de impresionante altura en cuyos remansos los chiquillos se banian y juegan, invitandonos a los turistas a refrescarnos con ellos.
Maniana continuamos camino hacia Muang Sing, cerca ya de la frontera con China.